En el término medio está la virtud, pero solo un ratito. A mitad de camino entre lo gratis y lo premium, los servicios pueden acogerse a un sistema denominado fremium, que no es más que la combinación de las palabras inglesas “free” y “premium”.
La versión freemium consiste en ofrecer de manera gratuita algunas partes básicas del servicio para atraer usuarios hacia el modelo premium de pago, que suele estar protagonizado por las ventajas adicionales. ¿Un ejemplo? Spotify, seguro que lo conoces bien.
Tipos de freemium
Están definidos por el tipo de limitaciones, destacando:
- Limitado por funcionalidad: la versión gratuita tiene más opciones que la versión de pago. Por ejemplo en algunos softwares de envío de emails, la versión gratuita solo permite enviar un número de correos o a un número de destinatarios.
- Limitado por uso: solo se puede usar gratis un número determinado de veces y cuando se consume ese cupo toca pagar. Algo parecido a lo que ofrece el diario El País actualmente.
- Limitado por capacidad: ofrecen una capacidad limitada de recursos en la versión gratuita. Piensa por ejemplo en Wetransfer o Dropbox.
- Limitado por tiempo: un periodo gratuito y luego pasa a modelo de pago. Muy popular en la televisión de pago… Netflix, HBO, Movistar, etc.
- Limitado por tipo de cliente: el servicio es gratis para particulares y de pago para empresas. Esto ocurre con algunas pasarelas de pago por ejemplo.
- Limitado por publicidad: si quieres utilizarlo gratis has de aguantar el martilleo publicitario. El caso más conocido es el de Spotify.
En definitiva, todos estos modelos tienen el objetivo final de atraer al público hacia su modelo premium, donde, una vez fidelizado, el cliente se desprende de los muros que limitan el uso del servicio.
Si realmente hay match entre servicio y cliente, el paso al modelo de pago será casi como consagrar una verdadera historia de amor.